miércoles, 27 de julio de 2011

La intolerancia

La intoleranciaCarroll Ríos de Rodríguez

Entre más represivos sean los discursos y actos de los gobernantes, más parecen dictadores, así nos prohíban etiquetarlos.

Provoca escalofríos la sentencia a favor del presidente de Ecuador, Rafael Correa. Correa, quien demandó al editorialista Emilio Palacio, quien lo tildó de “dictador” en una columna publicada en el periódico El Universo. La semana pasada, estando la corte rodeada por soldados, el juez sentenció a tres años de prisión y al pago de $40 millones a Palacio y a tres hermanos dueños del medio.

Posteriormente, Correa llamó “malcriadito” a Gonzalo Marroquín, actual presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), y amenazó con expulsarlo del país. La SIP concluyó que “hay deterioro en el ejercicio de la libertad de expresión” en Ecuador, luego de evaluar éste, otros dos casos y una propuesta Ley de Comunicación. Vemos que el lío con El Universo se suma a una lista de agravios contra el periodismo libre.

Correa no es quisquilloso, ni tampoco respetuoso de los sentimientos ajenos. Ofende sin recato a los demás. En 48 programas sabatinos analizados en 2009 por Mauricio Rodas, de la Fundación Ethos, el gobernante lanzó 170 insultos. ¡Pasa el 30% de su tiempo al aire atacando a conciudadanos, sobre todo a políticos y periodistas!

Adopta una estrategia consciente y poco original. En Bolivia, varios periódicos hicieron en octubre lo que recién hizo El Universo: sacar la primera plana en blanco. Con la frase: “Sin libertad de expresión no hay democracia”, objetaron la tendencia de Evo Morales de tachar toda crítica al régimen de “racista y discriminatoria”. Además de confrontar y litigar, otros gobiernos latinoamericanos han cerrado y expropiado medios de comunicación independientes, buscando controlar el sector. Incluso aquí, las autoridades han demando y hostigado a valientes periodistas.

Parecemos retroceder casi 500 años en la historia. En 1512, Nicolás Maquiavelo salió al exilio cuando la república de Florencia fue disuelta y los Medici tomaron el poder. Al año siguiente, circuló una primera versión de su famoso tratado El Príncipe, y Maquiavelo fue acusado de conspirar.

Fue encarcelado y torturado. Hasta el día de hoy los expertos debaten: ¿pretendía Maquiavelo aconsejar a los aspirantes a tirano, o es esta una sátira que solapadamente defiende los principios republicanos? Los autores de aquella época no podían expresarse abiertamente. Entonces no se aceptaban como valores la libertad de expresión, la libertad académica, ni las garantías constitucionales a los derechos básicos de cada persona.

Al final, el pez por la boca muere. Entre más represivos sean sus discursos y sus actos, más parecen dictadores, así nos prohíban etiquetarlos. Aunque hayan sido electos y gocen de popularidad entre ciertos votantes. Aunque hagan la pantomima de respetar las regulaciones.

Quien temporalmente ostenta el poder para coaccionar a adultos debería estar dispuesto a tolerar, cuando no compartir, distintos puntos de vista. Incluso en los ambientes políticos más empantanados, sale ganando quien con dignidad y elegancia eleva el tono y la calidad del debate nacional.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo XXI", el día miércoles 27 de julio de 2011.

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