miércoles, 6 de julio de 2011

Contrabandistas y cristianos

Carroll Ríos de Rodríguez.



En esta coyuntura electoral, cae como anillo al dedo el teorema de los “contrabandistas y los baptistas” elaborado por Bruce Yandle.

Los guatemaltecos estamos conscientes de que la política forja amistades improbables. En esta coyuntura electoral, cae como anillo al dedo el teorema de los “contrabandistas y los bautistas” elaborado por Bruce Yandle (Regulation, 1983). Sería valioso identificar casos actuales en nuestra Guatemala que se ajustan a la premisa.


Yandle extrae su teorema de la vida real: el “Noble Experimento”, es decir, la regulación que entre 1920 y 1933 prohibió la venta, manufactura y el transporte del alcohol en Estados Unidos. Muchos grupos cristianos, principalmente los bautistas sureños, abogaron a favor de la regulación. Sostenían que la embriaguez era depravada, y que la tolerancia a la bebida alcohólica contribuía a aumentar los comportamientos ilegales y la criminalidad. En sus mentes, los opositores a la Prohibición debían ser criminales corrompidos y delincuentes.

Podríamos catalogar las motivaciones de este grupo de presión como éticas, altruistas e idealistas; estas personas anhelaban una sociedad poblada por gente virtuosa, a fuerza de ley.
Al mismo tiempo, un grupo diametralmente distinto apoyaba la regulación: los contrabandistas del alcohol. Percibían beneficios económicos de la protección que les deparaba la legislación. De hecho, su lucrativo negocio se acabó cuando las personas pudieron producir y comerciar bebidas alcohólicas legalmente. El político jugó el crucial rol de intermediario, pues esgrimió el discurso moral para justificar la regulación, al tiempo que recibía donaciones de los contrabandistas para sus campañas políticas.


Al vernos al espejo, la mayoría de ciudadanos vemos “bautistas”: consideramos que nuestras preferencias de políticas públicas son nobles y morales. Sería sensato cerciorarnos de que así es, haciéndonos las siguientes preguntas, pues la regulación tiende a colocarnos en un escenario de suma cero. ¿Quiénes ganan gracias a la regulación que favorezco y qué obtienen (dinero, poder, etc.)? ¿Quiénes pagan, con sus ahorros o hasta con sus vidas? ¿Me desvelo sabiendo que, sin pretenderlo, perjudico a inocentes o ayudo a “contrabandistas”?


A través de los años, Yandle ha identificado otros casos en los que la regulación une a aparentes enemigos. Por ejemplo, algunos buenos ambientalistas realmente le han hecho el negocio a ciertas industrias “verdes”; algunos servidores sociales han alimentado una industria de la pobreza que difícilmente nos sacará de pobres.


Me alegró leer que Paul Krugman, un economista usualmente irritante que ha escrito ad nauseam a favor de la intervención gubernamental para todo, incluso para rescatar a las instituciones financieras luego de la crisis, aceptara finalmente las conclusiones que se desprenden del análisis de Yandle.


En su columna “El gobierno de los rentistas”, admite: “Este es un juego de suma cero, en el que el intento de proteger a los rentistas de cualquier posible pérdida está causando pérdidas mucho mayores a todos los demás. Y la única forma de conseguir una recuperación real es dejar de jugar a ese juego.”


Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo 21", el día miércoles 06 de junio 2011.

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