martes, 24 de mayo de 2011

El gasto fiscal inexistente



JOSé RAúL GONZáLEZ MERLO



La semana pasada la SAT publicó lo que ellos llaman el monto del “gasto fiscal”: lo que, supuestamente dejan de percibir por no gravar determinadas actividades. Ellos dicen que son Q26 mil millones al año. Nada más falaz. Ni se puede exigir aquello que no es propio ni se puede pretender que una simple regla de tres es un ingreso seguro. Presuntamente, el monto del “gasto fiscal” se calcula multiplicando el valor estimado de la actividad económica por la tasa de impuesto



que no le han aplicado todavía. Una simple regla de tres, pero inaplicable en la realidad. Más bien parece un deliberado intento por exagerar el monto del supuesto “gasto fiscal” en la búsqueda de aumentar impuestos a como dé lugar.


Por ejemplo, dice la SAT que la maquila le representa un “gasto fiscal” de más de mil millones de quetzales, ya que goza de exoneración de impuestos. Se supone que, si estuviese afecta al pago de ISR o de IVA, esta generaría esos mil millones de impuestos. El problema es que, muy probablemente, la imposición de los gravámenes provocaría la pérdida de competitividad y el retiro de dicha actividad económica de Guatemala. ¿De qué sirve creer que se puede recaudar de una renta imponible inexistente? Es deliberadamente engañoso asumir que aumentar el costo de determinadas actividades económicas, mediante la imposición de impuestos, no tiene consecuencias. Lo lógico sería esperar que la actividad sufriera una caída en su dinamismo y, con ello, en su capacidad de generación de impuestos.


Estas observaciones de sentido común son deliberadamente ignoradas año con año por el fisco. Mientras tanto, los montos atribuibles a ese “gasto” son cada vez más espectaculares. Cifras del orden del 8% del PIB nos pretenden hacer creer que tan solo gravando lo que hace falta por gravar podríamos aumentar la carga tributaria de Guatemala en un 80%. ¿Qué fácil, no? A como van las cosas, a la SAT se le podría ocurrir que todavía no grava el aire que respiramos y calcular el respectivo “gasto fiscal”. Imagínese, no estar pagando, por ejemplo, tres centavos por cada inhalación, en 1.2 millones de NIT representa un “sacrificio fiscal” cercano a los Q95 millardos. ¡Pare de contar! ¡Ese es el único impuesto que necesitamos porque cubriríamos 150% del presupuesto de gastos del 2011! Lamentablemente, así es como las autoridades se inventan ejemplos fantasiosos e ilegítimos.


El único gasto real es el que se le impone al ciudadano tributario. Este tiene que trabajar honradamente y luego ver expropiado el fruto de su trabajo para que su dinero sea utilizado en quién sabe qué aventura política. Ese sí es gasto de verdad; lo demás son inventos para tratar de distraer a la opinión pública de la pésima administración de los impuestos.



Artículo publicado en el diario guatemalteco "Prensa Libre", el día martes 25 de mayo 2011.

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