martes, 29 de marzo de 2011

¿Se la volverán a creer?


JOSé RAúL GONZáLEZ MERLO

Las campañas presidenciales se han convertido en un test del nivel de ingenuidad de los electores. ¿Se acuerda de estos ofrecimientos?: “… acabaré con la violencia en seis meses”… o “… 700 mil nuevos empleos” o la más folclórica “… llevar a la selección nacional al próximo mundial de futbol”. ¿Quién puede creer semejantes ofertas políticas? Y sin embargo… ganan. Corre y va de nuevo.

La versión oficial es que la primera dama, tan solo hace pocos días, decidió ser candidata presidencial por el partido oficial. Por supuesto que para tomar dicha decisión fueron claves las “espontáneas” manifestaciones que se lo solicitaron. Sin embargo, para “no poner en riesgo la institucionalidad” del país y evitar presión a los tribunales, dada su prohibición constitucional, decidió“sacrificarse” divorciándose del presidente. “Amo a mi esposo, pero amo más a mi país” —dijo—. Por ello será la primera mujer en divorciarse para “casarse con su pueblo”. Un necesario sacrificio con tal de ser la madre de los pobres y triplicar y hasta quintuplicar la ayuda que ella personal y desinteresadamente reparte…

La otra versión es que Sandra Torres comenzó su campaña política desde el momento en que su marido la nombró para dirigir el Consejo de Cohesión Social con un presupuesto limitado únicamente por su capacidad para transferir fondos de otras dependencias públicas. A partir de ese momento comenzó la más onerosa creación de una figura política en nuestra historia. Desde allí acumuló ilegítimamente un capital político como ningún otro candidato oficial. Y, finalmente, pasó lo que todo mundo sabía que iba a pasar: la Sra. Torres orquesta un plan de aclamación y anuncia su candidatura. A los pocos días, posiblemente previendo una corte desfavorable, sorpresivamente se conoce de su divorcio. Evidentemente pudo más la ambición por el poder. La Sra. Torres no puede ni quiere esperar cuatro años. Preservar su capital político para llegar a la presidencia es más valioso que su propio matrimonio. Tenía razón Orlando Blanco cuando afirmó que la moral no tiene nada que ver con la política…

Volvemos a ser el ridículo internacional. Las entrevistas con CNN le dan la vuelta al mundo. Los entrevistadores no se la creen y se burlan de nuestro presidente y de la primera dama en su propia cara. Solo falta ver qué efecto tiene esta situación entre los electores. La UNE apuesta a que la mayoría será indiferente y se creerá la farsa política. No es una apuesta descabellada. Es la misma que hizo Alfonso Portillo: “…no maté a uno sino a dos… por lo que también defenderé con mi vida a mi pueblo…”, dijo en campaña por la Presidencia… ¡y la ganó¡ ¿Qué es eso comparado con un simple divorcio para cometer fraude de ley y violar la Constitución?

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Prensa Libre", el día martes 29 de marzo 2011.

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