miércoles, 4 de agosto de 2010

¡Vaya desastre!

Incrédulos, interesados, embusteros y personeros del Gobierno (no incluidos anteriormente) integran el colectivo de los que todavía opinan que no hemos colapsado, que aún no tocamos fondo. No pertenezco a ninguno de esos colectivos y estoy convencido de que hace tiempo que llegamos a ese punto.

PEDRO TRUJILLO

En seguridad, el Gobierno se ha mostrado ineficiente, incapaz, no ya de cortar la violencia, sino de siquiera aminorarla; el modelo policial es un más que patente fracaso. En Sanidad se cierran hospitales por falta de recursos, mientras se suspendió un contrato supervalorado tras publicarlo la prensa; de lo contrario se habría suscrito, como ocurrió con otros. En medioambiente podemos llegar al choque social, si se cumplen las promesas de algún alcalde de traer a miles de campesinos a la capital para apoyar la decisión presidencial sobre Perenco.

El sector justicia no avanza, está atorado. La nueva comisión de postulación para seleccionar candidatos a fiscal general ha sido reactivada por la CC, porque dormitaba perpetuamente. El presidente de la CSJ, quien la debe presidir, favorece a una joven allegada —y al padre de esta— con contratos de trabajo que denuncia la prensa, y es señalado por algunas organizaciones de posibles delitos que pudo haber cometido en su anterior ejercicio profesional. La infraestructura del país está hecha un auténtico desastre y sin recursos para reconstruirla. El turismo se ha reducido significativamente por la inseguridad que padecemos, y los negocios a él asociados se ven afectados por lo mismo. Los ataques a medios de comunicación, a la libertad de prensa y al ejercicio del derecho a la expresión son más visibles que nunca, y algunos comunicados gubernamentales y oficialistas han proferido graves amenazas. El documento de identificación está cuestionado, y se teme que el próximo proceso electoral no se produzca con la transparencia requerida. El terrorismo ha hecho acto de presencia con atentados en buses. En resumen, estamos en el peor momento “democrático” de la historia reciente del país. La inacción y el silencio gubernamental es la respuesta más inteligente a los problemas del ciudadano, y cada día la percepción es que estamos mucho peor que el día anterior. Los “grandes” esfuerzos políticos se orientan a mantener el poder, justificar lo inexcusable o arremeter contra quienes evidencian esa incompetencia.

Este análisis del panorama nacional, que tanto se niega desde el poder, es externamente evidenciado, entre otros, por el Barómetro Iberoamericano 2010 (www.cimaiberoamerica.com). El presidente peor valorado (24%) es Álvaro Colom, decreciendo la valoración de su gestión de 21% en 2008 a 16% en 2010. El reconocimiento positivo a la labor de gobierno en materia de seguridad, economía, salud, educación y medio ambiente, oscila entre el 12 y 21%. El país ocupa los últimos puestos en confianza en casi todas las instituciones. Los ciudadanos dan un valor de aceptación medio del 18% a la gestión del Gobierno en áreas como corrupción, salud, desempleo, economía, educación y terrorismo, entre otras.

No es un Estado fallido, es un gobierno que falla. Llegó con aparentes promesas bajo el brazo, pero ningún plan. Han querido seguir sustentando el sistema en las personas y su habilidad para resolver los problemas, solo que en este caso ni siquiera eso ha sido suficiente. Estamos colapsados y todavía queda demasiado tiempo para optar por otras vías. Paciencia, resignación, ¡aguántense!, es lo que queda, por eso aquellas inapropiadas declaraciones del presidente. A fin de cuentas, la verdad de la situación y la única solución. Pero recuerde: ¡cualquier situación, por mala que sea, es susceptible de empeorar!

Artículo publicado en el diario guatemalateco "Prensa Libre", el día martes 03 de julio 2010

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