miércoles, 25 de agosto de 2010

Educación para este siglo


El sistema educativo actual no está respondiendo a las necesidades del mundo globalizado en el que vivimos.

Verónica Spross de Rivera

No nos olvidemos que estamos viviendo en el siglo XXI, inmersos en una sociedad de la información y del conocimiento, radicalmente distinta a la sociedad industrial del siglo XX. No podemos continuar formando a la niñez y la juventud con metodologías y enfoques que se usaban hace dos siglos. El sistema educativo actual no está respondiendo a las necesidades del mundo globalizado en el que vivimos.

La reciente presentación de Andrés Oppenheimer en nuestro país viene a renovar el análisis sobre qué educación se está ofreciendo a la luz de lo que está sucediendo en el mundo. Como indicaba Carmen Irene Alas, cuando Nintendo invierte el doble que el Gobierno norteamericano en investigación e innovación y ante la evidencia de que hay un mayor número de chinos que estadounidenses realizando anualmente el examen de inglés avanzado en las universidades, se hace evidente que estamos en un mundo distinto al que estábamos acostumbrados.

Comenta el renombrado periodista que en América Latina estamos obsesionados con el pasado en vez de poner atención al futuro. Las políticas populistas y socialistas del pasado deben ser superadas. Requerimos crecimiento económico, generado por la inversión privada, pero más allá de eso, necesitamos focalizarnos en el crecimiento educativo, poniendo atención a la calidad educativa para formar adecuadamente a los jóvenes para el futuro que les tocará vivir .

Por otro lado, debemos dejar de vernos a nosotros mismos y voltear a ver a nuestro alrededor.
Esto significa aprender de las buenas prácticas en otros países. Por ejemplo, ¿qué podemos aprender de los países cuyos alumnos tienen los mejores resultados en las pruebas internacionales como PISA o TIMSS? De Finlandia podemos aprender que lo más importante es contar con buenos docentes, que estén bien formados y que cuenten con las condiciones e incentivos para llevar a cabo su función con éxito. De los países asiáticos, como Corea del Sur, Japón o Singapur, podemos aprender que la educación es el activo más valioso que una familia procura a los hijos; el esfuerzo que los estudiantes asiáticos realizan es significativamente mayor que el que realizan los alumnos en Norteamérica o Latinoamérica.

El fortalecimiento del área científica y tecnológica debe ser un área de acción importante. Para poder innovar y crear productos nuevos, elemento fundamental para ser competitivos en la actualidad, necesitamos más científicos e ingenieros. Hasta el momento no hemos puesto la suficiente atención a la formación en ciencias, sino que el número de graduados universitarios en carreras de humanidades es muy superior al de las ingenierías. Enviar jóvenes a estudiar al extranjero es valioso. Además, la formación de la creatividad y el pensamiento crítico deben acompañar toda reforma educativa.

Asimismo el aumento en los días de clase y de las horas efectivas en la escuela deben ser parte de la agenda de discusión nacional. Finalmente, se concluyó que es necesario hacer un acuerdo nacional en favor de la educación que vaya más allá de los gobiernos. Es urgente despolitizar la educación y enfocarnos en las necesidades reales de formación de la niñez y la juventud. Las familias tienen un rol fundamental en cimentar el valor por la educación; ese papel no le corresponde a los gobiernos.

Oppenheimer nos deja una preocupación por el sentido de urgencia de reformar el sistema viendo hacia afuera, fortaleciendo la formación científica y matemática, pero muy especialmente poniendo atención a la profesión docente, para contar con maestros más preparados, mejor remunerados y reconocidos por la sociedad. Nos queda la esperanza de que otros países están avanzando por la vía correcta, por lo que podemos tomarlos como un faro de luz que nos oriente.
Artículo publicado en el diario guatemalateco "Siglo XXI", el día miércoles 25 de agosto 2010.

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