miércoles, 25 de agosto de 2010

¿Somos tolerantes?


La cultura, la razón y la verdad enfrentan nuevos embates del relativismo.
Carroll Ríos de Rodríguez

En mayo de 1988, el entonces presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, dictó un histórico discurso en la Universidad de Moscú. Aún no había caído el Muro de Berlín; no había implosionado el sistema de planificación central.

Reagan sabía que no podía desperdiciar esta oportunidad única para dirigirse directamente a la ciudadanía soviética. Intentó descubrirles a los graduandos y al resto del público las cualidades y consecuencias de la vida en libertad. Quizás la frase más citada de este discurso sea la siguiente: “La libertad es el reconocimiento que ninguna persona, ninguna autoridad y ningún gobierno posee el monopolio de la verdad, sino que más bien cada vida individual es infinitamente preciosa, que cada uno de nosotros fue puesto en este mundo por una razón y tiene algo que ofrecer”.

Reagan reconocía que sin libertad no se puede cuestionar ni innovar. Se estancan los mercados, se posterga la corrección de errores y fallas, se inhibe el avance de las ideas y de los sueños. Para la vida universitaria, la libertad significa la posibilidad de aplicar la razón a la búsqueda de la verdad.

Las opiniones de Reagan resultan valientes pero no originales. El Dr. Manuel Ayau, en el Ideario de la Universidad Francisco Marroquín (UFM), escribió esencialmente lo mismo en 1971: nadie posee el monopolio de la verdad. Los procesos educativos son cruciales para que las personas desarrollen “sus capacidades racionales positivas”. La exploración académica en sí misma edificará una cultura de tolerancia hacia “las ideas y los derechos de los demás”.

Guatemala ll0evaba para entonces una década de conflicto armado, de enfrentamiento violento entre ideologías opuestas. El futuro lucía incierto. El Dr. Ayau defendió, como moralmente superior, la vía de la persuasión, y no la de coacción. Fundar una universidad le permitió a él y a sus colaboradores enseñar a los estudiantes materias como economía, filosofía y derecho, pero más significativamente, les pudieron enseñar a ser tolerantes. Una de las capacidades positivas que desarrollan los estudiantes universitarios es “la capacidad para convivir pacíficamente con otros seres humanos”. La tan anhelada paz depende, según el Ideario de la UFM, del imperio de la razón.

Sólo si respetamos a los demás podemos esperar un trato recíproco. De lo contrario caemos en una violencia e intolerancia inhumana, casi hobbesiana. El Dr. Ayau va más allá todavía: cuando confrontamos la inestabilidad y la violencia, estamos presenciando el fracaso de la educación y una crisis de la razón.

Casi cuarenta años más tarde, ha crecido exponencialmente la oferta universitaria en el país, con variados programas virtuales y presenciales. Pero la violencia en el país aumenta, no disminuye. La cultura, la razón y la verdad enfrentan nuevos embates del relativismo. ¿Cómo podemos mejorar en nuestra enseñanza de la libertad y su relación con la convivencia pacífica, la búsqueda de la verdad y la tolerancia mutua? ¿Estamos fallándole a las nuevas generaciones con nuestra persistente falta de tolerancia?
Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo XXI", el día miércoles 25 de agosto 2010.

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