martes, 29 de mayo de 2012

Bajados de la moto

POR JOSÉ RAÚL GONZÁLEZ MERLO
Tanto que costó subir 16 posiciones en el ránquin del desempeño logístico para que el Gobierno nos baje de la moto de un plumazo. En menos de un mes de gestión y gracias a la aprobación de la tristemente célebre Ley de Aduanas hemos tirado por la borda todos los avances en materia de eficiencia logística. Esa es la triste historia de mi país. Los ciudadanos, creando y buscando formas de hacer las cosas mejor y más eficientes mientras que el Gobierno encontrando la manera de destruirlo. En otro contexto, el recién publicado reporte del Banco Mundial hubiera sido motivo de celebración y orgullo. Nuestro país mejora del puesto 90 al puesto 74 en el Índice de Desempeño Logístico 2012. ¡Por lo menos un índice internacional en el que progresemos! Abaratar los costos de transporte es fundamental, si queremos tener exportaciones competitivas. De la misma manera, si aspiramos a comprar productos más baratos, la eficiencia logística es fundamental. Algo bueno se estaba haciendo en materia de hacer más ágil y eficiente el movimiento de carga en las aduanas de nuestros puertos. Claro está, hasta que al Gobierno se le ocurrió crear la nueva Ley de Aduanas… Obviamente, el índice aún no refleja las nefastas consecuencias de la entrada en vigencia de la nueva ley. Las quejas de los importadores y exportadores son múltiples y le están costando al país millones de dólares diarios, mientras que los contrabandistas ni se dieron por enterados. Contenedores que antes salían en pocos días ahora salen en semanas o meses por los caprichosos y ridículos nuevos requisitos. “Su factura tiene un problema” –le dicen. La fecha no se entiende porque viene en el formato gringo de mes, día y año. Tiene que cambiarla por una que venga en el orden día, mes y año. Y mientras logra que le hagan el cambio, su mercadería se puede pudrir en la aduana, que a nadie le importa. ¿En qué contribuye esa ocurrencia a la disminución del contrabando? Y como esa hay decenas de otras tonterías burocráticas. La respuesta oficial a la multiplicidad de problemas provocados por la nueva ley es que no tienen intenciones de modificarla. Creen que con un reglamento “más claro” será suficiente. Como si el reglamento pudiese modificar la ley. Más bien todos, SAT, agentes de aduanas, importadores, exportadores y cualquier otro interesado deben aprender a vivir con ella porque no tiene nada malo. ¿Cómo se les ocurre pensar que el Ejecutivo hubiese pedido la aprobación de una ley inoperante? En todo caso, ya no es problema del Gobierno. Aquí lo importante es mejorar la recaudación, cueste lo que le cueste. “El ciudadano al servicio de la burocracia y no al revés.” Lo más probable es que Guatemala caerá en la próxima medición de ese ránquin. Eso es lo de menos. El problema de fondo es: ¿cómo solucionaremos la destrucción de riqueza que el Gobierno está provocando por las caprichosas, costosas e improductivas ineficiencias introducidas al sistema? Y ¿cómo podemos deducir las responsabilidades a los funcionarios públicos que promovieron semejante irresponsabilidad? Artículo publicado en el diario guatemalteco Prensa Libre, el día martes 29 de mayo 2012.

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