jueves, 13 de enero de 2011

Escuelas Económicas (7)

Federico Bauer Rodríguez

Lo que tienen en común y en lo que difieren las escuelas económicas Austriaca y de Chicago.

En mi columna anterior explicaba la importancia que adquirieron la Escuela Austriaca, la Escuela de Chicago, y la Escuela Keynesiana durante el siglo XX.
Tanto los Austriacos como los de Chicago son más cercanos al laissez-faire que los keynesianos, quienes consideran que la “mano invisible” del mercado solo funciona en épocas de bonanza, y que en épocas de crisis el Estado debe intervenir fiscalmente, con el fin de reducir el desempleo.


Antes de la Gran Depresión, los austriacos Mises y Hayek habían adquirido relevancia gracias a que habían advertido sobre las consecuencias negativas relacionadas con la manipulación del dinero, iniciada por la Reserva Federal en 1913 al igual que los bancos europeos. Ante la situación prolongada de dicha Depresión, la publicación de The General Theory of Employment, Interest and Money (1936), por John Maynard Keynes (1883-1946) causó furor, ya que en ella culpa al mercado capitalista de la situación, y propone como solución estimular la demanda por parte del Estado, invirtiendo la Ley de Say (la producción es anterior al consumo). Desde 1936 hasta la fecha, la Escuela Keynesiana ha ocupado un lugar predominante en las políticas económicas de la mayoría de los países.


La Escuela Austriaca y la Escuela de Chicago tienen en común el reconocer que la libertad individual conduce al crecimiento económico, que el mercado es el sistema más eficiente para asignar recursos escasos, y que debe existir libertad de comercio global y de migración; ambas escuelas se oponen con vehemencia a la manipulación de los precios, incluyendo los salarios y las tasas de interés.

Las principales diferencias entre estas se encuentran en el método de análisis, ya que para los Austriacos lo importante es deducir los axiomas evidentes de la acción humana (praxeología) relacionados con la escasez, mientras que para los de Chicago lo importante es tomar la evidencia empírica y de allí interpretar las relaciones económicas. La otra gran diferencia la encontramos en la Teoría Monetaria, ya que para los Austriacos más radicales hay que volver al patrón oro y terminar con la reserva fraccionaria, mientras que para los de Chicago la emisión fiduciaria y la reserva fraccionaria son aceptables, siempre que se manejen con responsabilidad. Para los Keynesianos estos conceptos –emisión fiduciaria y reserva fraccionaria– no son solo necesarios, sino parte integral de su política para estimular la demanda agregada.


En 1974, Friedrich Hayek recibió el Premio Nobel en Economía, siendo el primero de una larga lista de defensores de la economía de mercado que lo ha recibido, y el único Austriaco. En 1976 lo recibió Milton Friedman, el exponente de la Escuela de Chicago más famoso e influyente, y posiblemente uno de los inspiradores del cambio que se ha dado desde la década de los ochenta, en relación a la adopción de políticas económicas, en las naciones que han experimentado el mejor desempeño. Otro exponente de esta escuela, Arnold Harberger, fue uno de los responsables intelectuales del milagro chileno. Por su lado, el keynesianismo nos legó la crisis de los años ochenta en Latinoamérica, la crisis de Asia en los noventa, y actualmente la crisis fiscal de varios países europeos: los PIIGS en el Mediterráneo; eso sí, tienen en su equipo a Paul Krugman y a Joseph Stiglitz, ambos nobeles, con mucha penetración en los medios en contra de la globalización y a favor del bailout. En mi próxima columna les traeré mis conclusiones a la luz de la situación económica global.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "El Periodico", el día jueves 13 de enero 2011.

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