lunes, 28 de febrero de 2011

FIL

Marta Yolanda Díaz-Durán

Se expresan como gente civilizada que son. De manera verdaderamente pacífica.

Fuerza Individual Libertaria. La única organización de la abstracta sociedad civil a la cual me interesa pertenecer. No se necesita más que una persona para integrarla. No es colectiva. Depende de cada uno de sus miembros. No exige más que respeto a la vida, la libertad y la propiedad de todo individuo.

Y los partidarios que en pleno uso de su razón, voluntariamente, deciden integrarla, no pasan por encima de los derechos de los demás para manifestarse libremente. Se expresan como gente civilizada que son. De manera verdaderamente pacífica. Con valentía y con la firme decisión de enfrentar la confusión reinante. Nace hoy. Soy la primera orgullosa integrante. Repito: nadie está obligado a acompañarme. La adhesión es libre. No se aceptan acarreados.

Espero que nadie se moleste conmigo por apropiarme de estas siglas; en especial, los organizadores de las ferias internacionales del libro de cualquier ciudad o país (en particular la de Guadalajara, a la que espero ir pronto), o aquellos que las utilicen para otros motivos.

En fin, no son propietarios de estas letras, lo que me permite usarlas y ser parte de la corriente de moda que reduce tantas expresiones usando las iniciales de las palabras para nombrar un grupo o una iniciativa, como suelen llamarle a ciertas actividades previamente planificadas. O, simplemente, como afirma el DRAE en su tercera acepción: para ahorrar letras o espacio en la escritura. Por cierto, una costumbre generalizada en la realidad de la sociedad virtual del presente siglo.

Las siglas las usan tanto burócratas, sean nacionales e internacionales, como empresarios, equipos de deportistas y artistas. No se diga de los delincuentes: desde pandilleros hasta miembros de grupos de presión que suelen violentar los derechos de la mayoría con tal de alcanzar sus objetivos.

Siempre clamando al derecho de todos (no sólo de ellos) de manifestar. Siempre olvidando, convenientemente, que ejercer un derecho no autoriza a NINGUNO a violar los derechos de otros. Es una condición sine qua non para exigir respeto, respetar a los demás. Sin embargo, la crisis conceptual actual, la raíz de la mayoría de nuestros problemas comunes, favorece a los objetivos de los oportunistas que, disfrazados de bienhechores de los pobres, terminan haciendo sus vidas, ya de por sí complicadas, aún más miserables.

Uno de los mejores ejemplos para mostrar y demostrar lo anterior es ese grupo de vándalos que, bajo las siglas FNL (Frente Nacional de Lucha), descaradamente no sólo anuncian que van a cometer un delito, amenaza que generalmente cumplen, sino que además se salen con la suya a pesar de dañar a millones de guatemaltecos con sus fechorías.

A veces hasta cuentan con la ingenua intervención de gente bien intencionada que termina sirviendo de alfombra para que ¡vaya a saber quién! (quien sea el titiritero de las mencionadas y malgastadas marionetas), logre su objetivo. Contra esto, yo protesto.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo XXI", el día lunes 28 de febrero 2011.

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