miércoles, 6 de junio de 2012

La Constitución es información

Carroll Ríos de Rodríguez La Constitución Política de la República es información. Aun una mejora notable a la misma implica costos, porque todo cambio de reglas destruye información. Nos ocurre cuando cambian la vía en calles altamente transitadas. Al principio no sabemos en qué dirección conducir y se producen choques, confusión y contratiempos. Nos toma tiempo internalizar las nuevas disposiciones y habituarnos a los cambios. Es por eso que no son indiferentes las reformas concretas impulsadas, ni el proceso utilizado para enmendar la Constitución. Incurrir en los costos debe valer la pena: debemos cosechar beneficios reales y valiosos. Si nuestra Constitución fuera un cuerpo humano, diríamos que no da lo mismo cambiar uno de sus varios brazos, que trastocar el corazón. Los Títulos I y II constituyen el corazón de la Constitución, porque orientan el quehacer del Estado a la protección de la persona humana, y enumeran nuestros derechos y obligaciones como individuos. Gracias a estas macroreglas, sabemos qué esperar del Estado y de otros ciudadanos; la convivencia social adquiere predecibilidad. El poder temporal en manos de los gobernantes se delimita y el carácter republicano del sistema de gobierno queda establecido. De ahí que la Asociación ProReforma eligiera deliberadamente dejar intacto el corazón de la Constitución; deformar esta parte acarrearía graves consecuencias para nuestra sociedad. Sin embargo, dado que la Constitución es extensa y desarrollada, pasa de lo macro a lo micro y contiene artículos ambiguos o que se contradicen entre sí. Sí tiene sentido enmendar estas partes, con el fin de fortalecer tanto el Estado de Derecho, como la coherencia interna y la claridad de la carta magna. La pregunta es: ¿cómo garantizamos que un proceso de reforma rinda el resultado deseado? Quien diseña y aprueba el conjunto de reglas debería colocarse tras “el velo de la incertidumbre”, dicen John Rawls y James M. Buchanan. Debe simular que no sabe qué lugar ocupa en la sociedad; de lo contrario estará tentado a procurarse ventajas especiales en ley. Es necesario abstraerse para crear normas constitucionales generales y abstractas. También es necesario resguardarse de las presiones que vienen de otros individuos y sectores que reclaman prebendas. En otras palabras, los mejores contratos sociales emanan de contextos protegidos del cabildeo, la negociación y el trueque de votos propios de la política. Elegir representantes a una Asamblea Nacional Constituyente magnifica, no restringe, esta dinámica negociada: el resultado allí será forzosamente un gigantesco compromiso, un fiambre de tratos especiales. Tampoco podemos esperar un texto armonioso si las autoridades disponen hacer una ensalada de los proyectos de reforma constitucional que ya están sobre la mesa. Vista desde cualquier ángulo, la propuesta de enmienda parcial de ProReforma sigue siendo la alternativa más sensata. Yo quisiera tener la oportunidad de votar a favor de ella en una consulta popular. Artículo publicado en el diario guatemalteco Siglo 21, el día miércoles 06 de junio 2012.

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