Karen Cancinos
Sandra. La pobre mujer ha de estar que trina. Todos sabemos que ella sólo aspiraba a ser la penitente número uno del país —“si trabajar por los pobres es pecado me declaro pecadora”, solía afirmar ante los periodistas, con ese encanto personal y esa agudeza intelectual tan suyos—. Asimismo, todos sabemos que no estaba en sus planes participación electoral ilegítima alguna, por lo que de seguro esta semana la sorprendió el reclamo que de su amada persona se ha estado haciendo con tanto afán.
“¡Presidenta súbita!”, han dicho los humildes en las arterias más concurridas de la ciudad, en días y horas de trabajo. Eso le ha dado una lección a los oligarcas que deben salir a laborar todos los días, sobre lo que el pueblo logra cuando se organiza. Porque, camaradas, sí se puede salir del asentamiento y gastar cualquier cantidad en banderas y vinilos, todos nuevecitos e igualitos, además del respectivo equipo de sonido, bocinas comerciales incluidas, para plantarse la jornada completa a suplicar a Sandra que, por vidita suya, se digne concedernos la gracia de aceptar ser la candidata de los pobres. Pobres pero uniformados con playeras recién hechas eso sí, pues recordemos, compañeros, que el pueblo bien arreglado jamás será derrotado. ¡Queremos-que-Sandra-nos-baile-la-pelusa! ¡Pelusa-por-aquí-pelusa-por-allá-pelusa-por-delante-pelusa-por-detrás!
Pongámonos serios: Torres escrupulosa no es. Pero lo que se dice idiota, tampoco. Si yo fuera ella, cambiaría de estrategia pues con echar acarreados a la calle a pretender un clamor que no existe, insultando la inteligencia del ciudadano promedio, sólo conseguirá serruchar las patas de una tarima que caerá en medio del ridículo más estrepitoso.
Arzú. Otra mujer también ha de estar que trina. Puedo imaginar la escena: “Ponte guapa y vístete de blanco, que nos van a tomar una foto”. No se permiten preguntas. A sonreír se ha dicho, que hay que estar sujeta al marido, la Biblia lo dice. Es muy conveniente tener una esposa bonita y agradable; eso permite añadir “bondad” al mercadeo de “orden” con el que se ha estado promoviendo Arzú.
La gente lo pide. Hay que retomar el camino, es el clamor popular. Y el agobiado Álvaro debe hacer de tripas corazón y acometer el enorme esfuerzo de ceder a la petición de los sencillos. Todos sabemos que él ya no quiere ser jefe edilicio de esta ciudad tan conflictiva, y ciertamente tampoco le gustaría volver a degustar las mieles del poder ejecutivo. Pero, ¡ay!, se ve conminado a la intentona por las súplicas del pueblo, que lo reconoce como líder indiscutible, quizá por una sumisión atávica: Tonatiuh sigue ejerciendo su poder fascinador sobre la indiada. Una no puede menos que suspirar. ¡Queremos-que-Arzú-nos-baile-la-pelusa! ¡Pelusa-por-aquí-pelusa-por-allá-pelusa-por-delante-pelusa-por-detrás!
Pongámonos serios: Arzú estúpido no es. Sabe que lo más probable es que no se le permita postularse como candidato a la presidencia. Si yo fuera él, estaría encubriendo mi verdadera intención (perpetuarme en la comuna sin tomarme la molestia de hacer campaña) con todo este barullo de una pretendida reelección. En cuanto me dijeran: “No puede postularse”, pondría cara tristona y diría: “¿Ven? Quise lanzarme por ustedes, pequeños saltamontes, pero no me dejaron. No me queda otra que permanecer en la alcaldía”.
Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo XXI", el día viernes 04 de marzo 2011.
viernes, 4 de marzo de 2011
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