Federico Bauer Rodríguez
Los gobernantes permiten esa práctica fraudulenta.
Deuda pública superior al PIB, deuda privada superior a los ingresos anuales, y déficits fiscales insostenibles son posibles gracias a la manipulación del dinero y del crédito.
La historia de la manipulación y adulteración del dinero tiene sus inicios antes de la era cristiana, ya que hay citas del profeta Isaías, y siglos después de Aristófanes, relacionadas con dicha adulteración; luego los emperadores romanos redujeron la pureza y el tamaño de los denarios, monedas que se usaban en esa época con el fin de facilitar el intercambio de bienes, fruto de la división del trabajo.
Aunque el mercado, a través de un proceso de selección, había escogido el oro y la plata como la forma de dinero más apropiada, los gobernantes desde hace muchos siglos han encontrado la manera de multiplicar ese dinero por la vía de la adulteración, con el fin de financiar el gasto público.
Durante la Edad Media se desarrolla en Europa un sistema bancario privado, en el que los agentes que reguardaban oro emitían certificados de custodia redimibles por oro que siempre estaba físicamente depositado en dichas instituciones; estos certificados de custodia circulaban como dinero redimible por oro a la vista, hasta que dichos agentes empezaron a emitir más custodias que el oro físico que tenían a buen resguardo. De esta manera nació lo que hoy llamamos reserva fraccionaria, i.e. dinero sin respaldo total en metálico y no redimible en un 100 por ciento.
Los gobernantes permitieron esta práctica fraudulenta con el fin de recibir financiamiento para sus acciones bélicas por parte de los banqueros privados, hasta que iniciaron un proceso de estatizar la emisión del dinero y quedarse con el monopolio del mismo.
Durante los siglos XVIII y XIX hubo intentos de anclar la emisión monetaria al oro o a la plata, pero el sistema de reserva fraccionaria ya no tenía marcha atrás, por lo que aunque la base monetaria fuera estable, el multiplicador bancario creaba la expansión monetaria.
Durante el siglo XX los gobiernos acordaron tomar el monopolio de la emisión monetaria fiduciaria, pero dejándole a la banca privada el privilegio de operar con reserva fraccionaria; también acordaron abandonar el patrón oro y la convertibilidad de cualquier moneda en una cantidad fija de oro. En pocas palabras, los gobiernos se otorgaron el poder de imprimir papeles sin valor y mediante un decreto convertirlos en algo que tiene poder adquisitivo y poder de pagar deudas, así, por decreto, convierten la monedas oficiales en el medio de intercambio legal. Como un poder colateral de tener el monopolio de la emisión fiduciaria, los gobiernos también adquieren el poder de manipular el crédito, i.e. las tasas de interés.
En los países desarrollados, hablar de planificación central sería motivo de burla, pero esos mismos países confían en el sistema de banca central para manejar las políticas macro, lo cual les permite acumular esa deuda pública que hoy los está asfixiando.
En la actualidad todos los bancos centrales intervienen en los mercados financieros de dos formas: emitiendo dinero fiduciario (fiat Money), ya sea imprimiendo papel moneda o habilitando líneas de crédito a los ministerios de Finanzas, y manipulando las tasas de interés comprando o vendiendo instrumentos públicos de deuda.
Cuando leemos en las noticias que los planes de rescate en los EE.UU. y Europa suman varios billones de dólares, no significa que han impreso dólares o euros, sino que la Reserva Federal y el ECB han habilitado líneas de crédito por esas astronómicas sumas. Sigo la próxima.
Artículo publicado en el diario guatemalteco "El Periodico", el día jueves 10 de marzo 2011.
jueves, 10 de marzo de 2011
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