JOSÉ RAÚL GONZÁLEZ MERLO
Mi personaje del año es el empresario. Luego de dos años de la crisis económica global más importante de nuestra generación, el empresario guatemalteco continúa siendo la columna vertebral de la prosperidad y la lucha contra la pobreza, a pesar del gobierno y otros vividores que aún lo consideran el enemigo. Nuestros empresarios fueron capaces de sostener la caída económica global para hacer de Guatemala el único país de la región que logró tener una tasa de crecimiento positiva en el 2009.
Los empresarios del sector financiero han dado cátedra a los grandes bancos internacionales acerca del manejo prudente del patrimonio de sus ahorrantes. El empresario agrícola ha tenido que soportar las pérdidas producidas por el peor invierno en muchos años, pero sigue “echando punta”. El exportador guatemalteco ha logrado sostenerse luego de una importante caída en la demanda de sus productos por parte de un EUA debilitado económicamente. A pesar de una caída de más del 25% en su industria, el empresario de la construcción sigue aguantando.
Mientras esos y todos los empresarios hacen su mejor esfuerzo por mantenerse con vida y crecer, el gobierno es incapaz de crear un mejor ambiente a la inversión y generación de empleo. Como si la crisis económica no fuera suficiente, hay que lidiar con la constante incertidumbre que produce la amenaza del aumento de impuestos, las extorsiones, secuestros y asesinatos de empleados y empresarios, los robos de mercadería y tantos otros actos criminales. Por si todo lo anterior fuera poco, el gobierno se da el lujo de aumentar arbitrariamente el salario en 14%, condenando a miles de trabajadores a la improductividad que produce desempleo. Verdaderamente que ser empresario en Guatemala “quiere ganas”.
El empresario es el verdadero héroe sobre el que descansan todas nuestras esperanzas de un país menos pobre. Aún así, existe una minoría vociferante y vividora de la caridad pública internacional, que menosprecia y detesta al empresario. Ignorante de lo que se requiere para crear un puesto de trabajo, le critica de “explotador”. Incapaz de crear un centavo de riqueza, le llama indiscriminadamente “evasor de impuestos”. Sin embargo, la creatividad y capacidad innovadora del empresario guatemalteco le han permitido superar todos esos obstáculos no gracias a, sino a pesar de, la incompetencia del gobierno y de algunos funcionarios que le consideran “el enemigo”. Después de todo, para ellos, la guerra nunca terminó, sino solamente continúa “por otros medios”.
Gracias al empresario pequeño, mediano y grande, nuestro país tiene la esperanza de un mejor futuro, pero, mientras no comprendamos y apreciemos su indispensable función, seguiremos condenados a la pobreza. El empresario es, sin lugar a dudas, mi personaje del año.
Artículo publicado en el diario guatemalteco prensa libre el día martes 04 de enero 2011.
martes, 4 de enero de 2011
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