Verónica Spross de Rivera
Es posible rescatar el futuro de la educación, para beneficio de los niños, niñas y jóvenes.
Se ha venido comentando en varios foros relacionados con el sector educación, incluyendo las sesiones del Consejo Nacional de Educación, así como desde el Grupo Promotor de una Agenda Educativa Nacional, convocado desde la Gran Campaña Nacional por la Educación, foros empresariales y académicos y desde los ángulos de varios columnistas, la importancia de unir esfuerzos para trabajar en sintonía por un programa que dé prioridad a la educación en la agenda del país, y especialmente en la de los partidos políticos en este año electoral.
En Chile recién se firmó un acuerdo sobre calidad de la educación, impulsado por el senador Ignacio Walker, presidente de la Comisión de Educación del Senado, avalado por Ricardo Lagos y FulvioRossiy, firmado por el ministro de Educación, Joaquín Lavín. Nos informó Gregory Elacqua que este acuerdo significa que se otorgarán más recursos para las escuelas públicas, mayor focalización de recursos en escuelas vulnerables, una extensión de la subvención preferencial a la educación media, una modernización del estatuto docente, mayores exigencias para la creación de nuevos establecimientos educativos y rendición de cuentas para ellos.
Entre los proyectos de ley que se estarán analizando en el marco de dicho pacto están una iniciativa de ley de Aseguramiento de la Calidad y la Modificación de la Subvención Preferencial. También se presentarán una propuesta de ley para fortalecimiento de la educación pública y otro para la modernización de la carrera docente. Es de resaltar el compromiso de los partidos en participar en este convenio y en honrar los compromisos efectuados. Según Elacqua, este acuerdo es un avance para mejorar la calidad y la equidad de la educación chilena. También se percibe como un avance para fortalecer la educación en el corto plazo.
Entre los motivantes de dicho pacto se identificó un sentido de urgencia en impulsar un gran acuerdo sobre calidad y equidad de la educación. Se incluyeron acciones como asignar mayores remuneraciones a los mejores directores y maestros, asignados a escuelas donde asisten los más pobres o vulnerables. Los despidos de profesores estarían acompañados de normas objetivas y transparentes, al margen de toda arbitrariedad. Se logró, además, incrementar el financiamiento para la educación pública y privada, a través de subvenciones.
En síntesis, se internalizó por parte de diversos sectores que lograr una educación de buena calidad con equidad para todos los niños de Chile es una misión de país. Ese es el mensaje fundamental que deberíamos absorber los guatemaltecos. Es momento de comenzar a trabajar para impulsar una agenda educativa de largo plazo, que sea respetada y avalada por los partidos políticos. En Guatemala, nos encontramos frente a un sistema que no ha priorizado los programas para el mejoramiento de la calidad educativa. Tenemos aún pendiente el fortalecimiento de la profesión docente, incluyendo la reforma en la formación inicial, dinamizar los programas de actualización y profesionalización, contar con los incentivos adecuados basados en el desempeño y en el mejoramiento de capacidades, así como contar con un sistema de evaluación adecuado.
Es propicio retomar la agenda de la calidad, para llevarla a las diversas instancias que pueden hacer algo al respecto. El Organismo Legislativo, igual que en Chile, debe ser una de las instituciones que lo impulse, con responsabilidad. La asignación de los recursos del presupuesto deberá ser consistente con un acuerdo en favor de la educación. No es posible continuar desviando los recursos escasos a programas de transferencias a las familias, debilitando la inversión por alumno en detrimento de la calidad. Es posible rescatar el futuro de la educación, para beneficio de los niños, niñas y jóvenes.
Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo XXI", el día miércoles 26 de enero 2011.
miércoles, 26 de enero de 2011
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