jueves, 28 de abril de 2011

Una ciudad libre en el mar


Ramón Parellada

¿Se imagina una ciudad flotando en el mar? ¿Una ciudad que no dependa de ninguna soberanía de ningún país, que esté en aguas internacionales, que pueda funcionar libremente y que si alguien se cansa de vivir en un específico lugar puede cambiarse a otra navegando con su casa o edificio flotante a otro sitio?

Existe un instituto en Estados Unidos llamado The Seasteading Institute que fue fundado en el 2008 por Patri Friedman, nieto del premio Nobel Milton Friedman, precisamente para estudiar el tema. Patri cree firmemente que es posible una ciudad flotante en aguas internacionales que no dependa de la soberanía de ningún país. Sería una ciudad libre sin gobierno donde sus habitantes se pondrían de acuerdo para tener sus propias reglas de convivencia y seguridad.

Esto suena increíble en este momento, pero no tanto si nos ponemos a pensar que existen ciudades flotantes con otros propósitos. Lo podemos ver en los enormes cruceros que se mueven de un lado a otro llevando una gran cantidad de pasajeros con toda clase de servicios a bordo o en las plataformas de petróleo alrededor del mundo.

Si bien una ciudad libre flotante tendría propósitos distintas a las de los cruceros o los de las plataformas petroleras, hoy en día la tecnología ya no es un impedimentos sino una realidad. La idea del mar surgió porque prácticamente no existen lugares en tierra firme donde se pueda experimentar con una ciudad libre, sin gobierno, sin depender de la soberanía de un país, sobre nuevas formas de organización de una ciudad. En el mar, en aguas internacionales, esto es posible, al menos por el momento. De estos experimentos podríamos aprender mucho acerca de los gobiernos, lo que no deben hacer o lo que deben dejar de hacer, cuál sería el gobierno mínimo y qué cosas y quiénes deberían hacerse cargo. Las nuevas ideas de gobierno podrían ayudar a corregir los errores y abusos que ahora existen.

Una ciudad libre, flotante, puede hacerse ya. Tenemos la tecnología, no hay restricciones, existen formas de protegerse contra los fenómenos naturales moviéndose de un sitio a otro ante las advertencias anticipadas de por ejemplo, un huracán, y además puede ser un reto para empresarios, constructores, personas que se quieren retirar a vivir en el mar. Sería un lugar donde habría mucho trabajo, producción, intercambio, seguridad y justicia.

Es obvio que hay mucho por desarrollar, pero lo que está haciendo Patri y su instituto es ampliar la frontera de lo posible, de lo imaginable, sobre nuevas formas de organización de la sociedad. En este caso, una ciudad que no dependa de otros gobiernos.

Se han hecho experimentos en el pasado con ciudades a la medida de quien se la imagina. Una ciudad libre puede hacerse en cualquier lugar y con cualquier normativa. De acuerdo a Gonzalo Melián, profesor de arquitectura y economía en el Instituto de Empresa de España, una ciudad libre puede no tener la propiedad individual como su fundamento. Una ciudad así fracasará. Por eso él considera que la ciudad libre exitosa es lo que él denomina una ciudad de mercado libre cuyo fundamento sea la propiedad privada.

No está de más recordar que ya se hizo un experimento sin propiedad privada. Robert Owen hizo una fortuna en una sociedad basada en la propiedad privada y prácticamente la perdió toda tratando de establecer una sociedad sin propiedad en su experimento llamado New Harmony entre 1824 y 1,827. Tuvo la libertad de probar y fracasó estrepitosamente.

Espero que pronto veamos una ciudad libre de mercado en el mar y aprendamos mucho de ello.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo 21", el día jueves 28 de abril 2011.

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