PEDRO TRUJILLO
El presidente vuelve a enojarse. El divorcio falso y de cartón que le impusieron parece afectarle la testosterona y seguramente las endorfinas, generando una particular mezcla de irritación que se une a otra no menor de ineficacia. El berrinche ahora es porque nadie le hace caso —eso ya pasaba antes— y no ve la forma de aprobar un incremento presupuestario sobre el supuesto de siempre: necesita más dinero para mejorar la seguridad, ¡como si eso hubiese importado alguna vez!
Se olvida de que fue su bancada —la UNE— la que aprobó el vigente presupuesto, con sus recortes correspondientes y sus magníficos candados. Tampoco dice que el año fiscal ha ido tan bien que han recaudado más de dos mil millones de quetzales por encima de lo previsto. Debería estar contento porque el presupuesto ya no está tan desfinanciado, puesto que de los tres mil y poco que faltaban se puede ahorrar lo recaudado de más, aunque no hace esas cuentas. Seguramente la candidata oficialista necesita más dinero para sufragar una campaña agónica que se visualiza estadísticamente perdida y le faltan fondos para continuar con el clientelismo ferviente iniciado desde que tomaron posesión. Generar una crisis parece ser una alternativa para olvidar la debacle que cada día se avecina más próxima.
Entre todo ese marasmo de créditos, incremento presupuestario, aprobación de deuda y similares carajadas, también ha pedido el levantamiento de los candados que inteligentemente el Congreso colocó en el presupuesto. Es ahí donde le duele. Necesita poder seguir realizando transferencias de diversos ministerios al bodrio de Cohesión Social y sus subprogramas creados a medida que satisfacen los intereses electorales del momento. Dicen que para seguridad faltan Q500 millones, pero callan que más de Q800 millones fueron los que Gobernación ha desviado para estos inútiles y clientelistas propósitos, además de tener a dos ministros procesados —que él nombró— por diversos desfalcos. Todo un ejercicio de manifiesto descaro y servilismo al clan magisterial.
El mejor calificativo a endilgar a quien pretende dirigir todo este cotarro es el de irresponsable e improvisador. Este gobierno perdió la razón, la credibilidad y el apoyo hace mucho tiempo. Si bien continuamente pidió dinero, nunca presentó un solo plan en nada, y menos en seguridad, todo un contrasentido porque no se puede financiar algo que no existe. Desde la salida aparente de doña Sandra de la vida pública nacional, el presidente está más perdido que una piraña en un bidé, y de ahí todas esas salidas de tono que se juntan con los asesinatos de grupos mafiosos que están poniendo patas arriba al país ¿Qué esperaba?
En su defensa, y sabiendo que aquí es mejor callar porque nadie le cree, ofrece unas declaraciones a la prensa española donde culpa de todos sus males a los gobiernos anteriores, sin darse cuenta de que lleva tres años y medio en la poltrona y ya podría haber hecho alguna cosita. Redujeron el Ejército —algo que apoyó cuando estaba en la oposición “socialdemócrata”—, pero podría haberlo incrementado; desmantelaron bases militares y únicamente tenía que haberlas rehabilitado; Defensa no cuenta —y es cierto— con dinero para inversión, pero con aumentar el presupuesto en lugar de gastárselo en propaganda hubiese bastado, y así un etcétera de inconsistencias de quien nunca supo ni quiso. Lo peor es que viene más de lo mismo. No hay plan B para el fracaso que se avecina en la UNE, salvo la violencia que siempre comienza por una crisis.
Artículo publicado en el diario guatemalteco "Prensa Libre", el 'día martes 31 de mayo 2011.
martes, 31 de mayo de 2011
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