Estuardo Zapeta
La semana pasada escuché en Radio Sonora uno de esos jugosos debates entre un representante del partido oficial UNE y uno del Patriota.
La semana recién pasada escuché en Radio Sonora uno de esos jugosos debates entre un representante del partido oficial UNE y uno del Patriota. Me pareció algo improvisado, y por eso precisamente más intenso, más pasional.
Según escuché, el representante del partido oficial acusaba a los de la “mano dura” de tener supuestos vínculos con el narcotráfico, y pedía que se diese una explicación al pueblo de Guatemala.
Ni lento ni perezoso, el representante del partido naranja respondió negando tales acusaciones y exponiendo que si de “explicaciones” hablaba el representante del partido en el poder, que él fuera el primero en dar explicaciones acerca de los grupos de “sicarios” que “su hermana” presuntamente dirigió desde la Policía Nacional Civil. Supongo que quien a tal acto de sicariato señalaba se refería a la ex directora de la PNC Marlene Blanco Lapola, ya que ha sido la única mujer que ha dirigido esa institución, y quien hablaba al aire era de apellido Blanco.
Acto seguido, el representante del partido oficial interrumpió la comunicación abruptamente y colgó el teléfono. El periodista de Sonora insistía en la posibilidad de un debate en cabina, pero ya no hubo respuesta del lado verde. Entiendo que colegas de Emisoras Unidas habrían buscado la primicia de este debate, pero que el representante del partido oficial se ha negado a participar si se habla de las acusaciones e investigaciones de “sicariato” contra su hermana.
El caso del “sicariato” no es primera vez que sale a luz, y me parece una táctica poco inteligente del partido oficial salir a debatir, o por lo menos sacar a debatir a una persona cuya hermana está acusada de tal crimen. De hecho, el caso lo investiga la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, CICIG, institución que sospechosamente ha mantenido el caso bajo mucha reserva.
Este fin de semana —28 y 29—, escucho reportes acerca del mismo representante de partido oficial acusando al candidato Pérez Molina de asesino y de violador de los derechos humanos.
Segundo error estratégico del “sandrismo”. En Guatemala, el concepto de derechos humanos está tan prostituido a tal punto que los ciudadanos lo asocian con la defensa de los delincuentes, y fue Alfonso Portillo quien demostró que discursivamente esas acusaciones solamente aumentan el caudal electoral de quien sea acusado de violador de los derechos humanos. La lógica de los chapines funciona al revés y una presunta violación a los derechos humanos es vista como un acto contra la delincuencia que es la única que pareciera tener esos derechos. Me sorprende que los oficialistas sean tan ingenuos y no se hayan percatado de eso.
Pero a estas alturas del juego parece que tendremos más de esos dimes y diretes de ambos bandos, y no necesariamente una construcción de argumentos cuidadosamente seleccionados que contribuyan al avance de las ideas.
Siempre el que aventaja es quien está en el poder, pero esa posición precisamente es también su principal debilidad, porque todo lo que diga es usado en su contra en el momento.
Artículo publicado en el diario guatemalteco "siglo 21", el día martes 31 de mayo 2011.
martes, 31 de mayo de 2011
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