La inseguridad y la impunidad son hoy nuestro principal reto.
Reportando sobre la macabra matanza en Petén, la revista TIME (30-V-11) describe al departamento como un “estercolero de tráfico de drogas y de humanos”. Comenta enseguida que tres países de América Central poseen las tasas de homicidio intencionado más altas del mundo. Según datos para el 2010 generados por la oficina de la ONU que monitorea el crimen y la droga (UNODOC), por cada 100 mil habitantes, la tasa de Honduras es 77, de El Salvador 65, y de Guatemala 42. Encabezamos la lista global, junto con Jamaica (60). La tasa mundial es de aproximadamente 7.6, la de Estados Unidos es 5 y la de Chile de 1.3. Cuando vemos el total de asesinatos anuales, el dato para EE.UU. (2009) y Colombia (2010) fue equiparable, alrededor de 15,200 personas por país, más del doble del total de muertes violentas en Guatemala (6,236), Honduras (5,960) y El Salvador (4,004).
Claro, existen dificultades para estimar y comparar datos—requieren de una interpretación conocedora de la demografía, la economía, el derecho y la historia... El Dr. Carlos Mendoza es probablemente quien mejor ha explorado las complejidades de la violencia en Guatemala, pero podríamos pasar horas leyendo su blog y aún sentirnos ahogados por los números (carlosantoniomendoza.blogspot.com)
Aun así, los peros que nos invaden no extinguen nuestra intuición colectiva: la inseguridad y la impunidad son hoy nuestro principal reto. Y es que a grandes rasgos los números así lo confirman. Estamos frente a la pesadilla que le tocó vivir a otros países golpeados por la guerra contra el narcotráfico, como Colombia. De hecho, la declaratoria de guerra de diciembre de 2006 emitida por el presidente Felipe Calderón (y las autoridades estadounidenses) contra los narcotraficantes en el país vecino ha provocado el rebalse de la violencia hacia el sur.
Aterra pensar que podríamos experimentar lo mismo que México. Su gobierno federal afirma que el número de muertes relacionadas con el narcotráfico subió vertiginosamente de 2,221 en 2006, a 6,837 en 2008. El alza continuó: el año siguiente murieron 9,614, y en 2010 perecieron 15,273, incluidos niños y mujeres. Hasta abril de 2011, nuestros vecinos lamentan la pérdida de casi 40 mil personas producto de esta alarmante guerra. ¡Holocausto! Murieron 12, 913 menos civiles en la guerra en Iraq que en México el año pasado (icasualties.org). De ahí que el ex presidente Vicente Fox, entre otras figuras prominentes, opine que la guerra está fracasando y que ha llegado la hora a estrategias alternativas como la legalización.
Cumpliremos con el llamado del Vicariato Apostólico de Petén de buscar “soluciones de fondo y permanentes, por la vía del diálogo constructivo y la participación ciudadana”, si exploramos desapasionadamente los incentivos de costo y beneficio para cada sector de actores implicado en esta inhumana guerra, sin obviar las consecuencias no intencionadas que acarrean las políticas fallidas. Es urgente encarar “lo que es”, para transitar sin desánimo hacia “lo que debe ser”.
Artículo publicado en el diario guatemalteco "siglo 21", el día miércoles 25 de mayo 2011.
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