miércoles, 20 de abril de 2011
Grave problema fiscal
Verónica Spross de Rivera
La penitencia y la reflexión son las actividades que deben priorizarse durante la Semana Santa. A nivel personal es un buen momento para cambiar de actitud, renovarnos interiormente y cargar energías para el año electoral tan difícil que estamos viviendo. A nivel de las políticas públicas debe revisarse el gasto público, porque los recursos fiscales con que cuenta el Gobierno no alcanzan. El problema del déficit fiscal consiste en tener mayores gastos en las entidades y programas gubernamentales que ingresos fiscales.
¿Qué hace una familia cuando los ingresos no le alcanzan? Puede buscar un empleo que le permita contar con un sueldo mayor. Dado que eso no es siempre posible, se hace necesario reducir gastos o endeudarse. El endeudamiento puede ser una solución de corto plazo, pues tarde o temprano deberá pagarse de vuelta el préstamo más los intereses. Además tiene un límite, más allá del cual no conviene endeudarse, pues se corre el riesgo de no poder pagar y perderlo todo. Para reducir gastos es necesario priorizar aquellos rubros que son verdaderamente necesarios para vivir. La distracción y comer afuera se postergan para épocas futuras.
De la misma manera que una familia, el Gobierno tiene enfrente un tremendo problema de gastos superiores a la recaudación tributaria. La situación se ha agravado en los últimos meses por las asignaciones crecientes a los nuevos programas sociales de tipo clientelar, coordinados bajo la sombrilla de Cohesión Social y por los compromisos de dar aumentos salariales a los maestros sin tener claro cómo serán financiados.
En los últimos años el nivel de endeudamiento ha crecido significativamente, pues entre 2008 y 2010 la deuda pasó de 56 mil millones a 81 mil millones y el servicio de la deuda llega ya a los 12 mil millones de quetzales, equivalentes a un tercio de los ingresos fiscales. De cada 100 quetzales que pagamos de impuestos, 33 sirven para el pago de la deuda del Gobierno. Se perciben errores graves como endeudarnos para pagar la deuda. También se han solicitado préstamos para pagar gastos de funcionamiento y salarios. Colocar nuevos bonos y aumentar más la deuda no sería una acción responsable.
El Presidente de la República ha indicado que convocará a los partidos políticos para impulsar una reforma fiscal. Sin embargo, dadas las restricciones que tiene el presupuesto por las asignaciones constitucionales, si se lograra pasar una reforma, situación prácticamente inviable en año electoral, y se lograran algunos ingresos adicionales éstos irían a parar principalmente al pago de deuda y a las entidades que se benefician de dichas asignaciones constitucionales y de muy poco servirían para el pago de las nuevas obligaciones, como los incrementos salariales pactados recientemente. Ni hablar de nuevas inversiones en el sector justicia, en mejoramiento de servicios de salud o calidad educativa.
La irresponsabilidad en el manejo del gasto público ha llevado a la renuncia de dos Ministros de Finanzas y está desembocando en una situación insostenible. El sistema de seguridad y justicia, los hospitales y las escuelas se quejan de falta de insumos básicos, mientras los programas nuevos y los gastos de funcionamiento se han venido inflando a tal punto que el globo está a punto de reventar. En Estados Unidos, ante la gravedad de la crisis fiscal y la posibilidad de tener que cerrar el Gobierno, el presidente Obama ya lanzó su plan de cómo reducir el déficit; el Congreso norteamericano tiene también su propuesta. ¿Y aquí, quién va a presentar el plan para la priorización del gasto público y mejorar la calidad del mismo? Resulta urgente sopesar qué rubros se pueden financiar y cuáles no, ya que según el dicho popular: No está la Virgen para tafetanes. Urgente reflexión de Semana Santa.
Artículo publicado en el diario guatemalteco "siglo 21", el día miércoles 20 de abril 2011.
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