miércoles, 6 de abril de 2011
Danza de millones
Verónica Spross de Rivera
El Gobierno ha iniciado nuevos proyectos de gasto público este año, a pesar de las limitaciones financieras existentes y de las cuales tanto se ha oído. Por ello, resulta bastante descabellado ver que se han puesto en marcha programas como Uniformando la Solidaridad, Servicio Cívico y pasantías laborales, los cuales vienen a sumarse a otros de Cohesión Social, como el de Transferencias Monetarias Condicionadas, llamado Mi Familia Progresa.
El Ministerio de Trabajo y Previsión Social, mediante el Acuerdo Ministerial 64-2011, publicado en el Diario de C.A. el 31 de marzo creó el Programa Social de Pasantías Laborales, cuyo objetivo es otorgar un aporte económico mensual o beca tipo pasantía de mil quetzales por un período de 3 meses a personas comprendidas entre los 18 y 30 años de edad que no tengan experiencia laboral y se encuentren en situación de vulnerabilidad. La idea es promover su inserción en el mundo del trabajo y contribuir a mejorar su calidad de vida.
Este proyecto debería ser revisado a la luz de las necesidades más urgentes que enfrenta el país actualmente, ya que resulta difícil realizar una verdadera focalización para llegar a los realmente vulnerables. Además, no se sabe cómo se piensa resolver quién les daría el empleo para que realicen su pasantía. Esta idea podría implementarse de otra forma, con los jóvenes de diversificado, quienes podrían hacer prácticas en empresas. Pero no sería necesario hacer un desembolso de dinero, que hoy día resulta tan escaso en el mundo de las finanzas públicas. ¿A cuántas personas se dará este regalo que podría resultar oportuno en época electoral?
Otro programa que a todas luces es poco focalizado en los pobres es el de los uniformes escolares, que está entregando estos días el Presidente, pues se ha programado entregar 200 mil uniformes a estudiantes de Guatemala, Quetzaltenango y Escuintla. Se trata de departamentos en donde no está el grueso de la población vulnerable del país. ¿Cuál es realmente el propósito de ese gasto de 24 millones de quetzales?
También se ha iniciado el programa de servicio cívico para jóvenes, entre los 18 y 25 años, el cual comprende una remuneración mensual por el trabajo en las comunidades. Se ha indicado que a dicho programa se asignaron 60 millones de quetzales este año.
Es de pensar, ¿cuál es el costo de oportunidad de esos recursos? Sería mejor que se destine a las escuelas para los servicios básicos, para Internet, electricidad o para que mejoren sus servicios sanitarios. También podría destinarse a la compra de material didáctico, libros de texto o útiles escolares de los niños de áreas en extrema pobreza. Es realmente contradictorio que por un lado los hospitales no tienen desinfectantes ni insumos de limpieza ni las escuelas cuentan con libros o refacción escolar, cuando se comienzan programas nuevos que implican millonarias asignaciones en el gasto público, sin haberse identificado una fuente nueva de ingresos.
Es urgente revisar las prioridades de asignación del destino de los impuestos, ya que se observa una falta de priorización en lo que es verdaderamente importante: seguridad, salud y educación en los niveles de preprimaria, primaria y secundaria. El amparo otorgado a Nineth Montenegro para evitar que continúen las transferencias entre programas es una buena noticia, ya que el presupuesto y sus prioridades deben ser respetados. No es posible continuar financiando nuevos programas en detrimento de otros que existían antes y estaban mejor focalizados para atención de los más pobres.
Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo 21", el día miércoles 06 de abril 2011.
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