martes, 12 de abril de 2011
El otro embajador
JOSé RAúL GONZáLEZ MERLO
El embajador alemán anda en cruzada por el aumento de impuestos. Declaraciones públicas de funcionarios alemanes, seminarios y entrevistas de prensa; todo con el propósito de exigir un aumento en la carga tributaria, o si no... adiós a la ayuda económica. La semana pasada sugirió la cifra de un aumento del 80% en la carga tributaria. ¿Cuál será la necedad? La “comunidad internacional” ha de creer que “pagando la marimba tiene derecho a pedir las canciones”.
El monto de la “cooperación internacional” es la factura que nos pasan para creerse con el derecho de inmiscuirse en nuestros asuntos internos. La canción de moda es la de subir impuestos. Funcionarios vienen, piden los aumentos y se van. Qué rico es cuando no se tiene que vivir con las consecuencias de las equivocadas políticas públicas que irresponsablemente se promueven.
Desde que la cantaleta de una mayor carga tributaria nació por 1995, el Gobierno ha quintuplicado sus ingresos. Descuéntele a eso la inflación, y los impuestos se han duplicado en términos reales. No obstante esa realidad, embajadores de la época, como el embajador alemán actual, alegan una “carga tributaria baja”, dejando en el olvido o en un “diplomático” y distante segundo plano el tema de la calidad del gasto. Dice el embajador que “el modelo de desarrollo no es sostenible”. Pero no es porque el ciudadano guatemalteco haya dejado de pagar más impuestos cada año. Lo verdaderamente insostenible son gobiernos que derrochan, despilfarran o simplemente se roban el fruto del trabajo ciudadano.
Alemania es un país desarrollado, con una carga tributaria del 38%. Pero su desarrollo no fue consecuencia de un gobierno grande, sino de la alta productividad de sus ciudadanos. Agregue a eso un gobierno que funcione razonablemente bien y logra un país desarrollado. Se equivoca el embajador al decir que el Gobierno de Guatemala es débil. El Gobierno tiene todas las herramientas que necesita para operar. El problema es la corrupción institucionalizada que impide crear un ambiente favorable al desarrollo económico. Es ingenuo creer que con una carga tributaria del 18% pasaremos de un gobierno chico y corrupto a uno grande y eficiente.
Comete un grave error el embajador al pretender que más impuestos equivalen a más desarrollo. En Guatemala decimos que el buey jala la carreta, y no al revés. Un error facilitado por un gobierno chapín que carece del carácter para exigir a embajadores que se limiten a sus funciones diplomáticas en vez de ser sus cajas de resonancia. ¿Se imagina a nuestro embajador de por allá criticando el multibillonario rescate del gobierno alemán a portugueses y griegos? Esa sí es “cooperación”. Y nosotros, limosneando unos milloncitos… Qué cara nos está saliendo la marimba.
Artículo publicado en el diario guatemalteco "Prensa Libre", el día martes 12 de abril 2011.
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