Carroll Ríos de Rodríguez
Los gobiernos no tienen la capacidad de sacarnos de la pobreza porque no producen riqueza.
Guatemala no logrará cumplir con las metas del milenio para 2015, según estimaciones oficiales de la Organización de las Naciones Unidas. Vamos atrasados en esfuerzos por erradicar la pobreza, así como por mejorar las condiciones de salud, sobre todo de niños y mujeres. Es curiosa la frase que una vez usó el delegado de la ONU, René Mauricio Valdez: “No podemos dejar a papi gobierno toda la responsabilidad”.
¡Tiene razón! Los gobiernos no tienen la capacidad de sacarnos de la pobreza porque no producen riqueza. Si No hay crecimiento económico, nunca vamos a salir de pobres. Además, las metas en materia de salud, educación y cuidado del ambiente también involucran un problema económico pues se requiere de fondos para avanzar en esos campos.
Valdez acierta al descartar como panacea al gobierno paternalista. Eso sí: el Gobierno juega un rol insustituible en garantizar las condiciones institucionales necesarias para que los ciudadanos creemos riqueza, y éstas no se están dando.
Vale la pena comparar los reportes de logros de la ONU con el Índice de Libertad Económica que generan la Fundación Heritage y The Wall Street Journal. Está demostrado que a mayor libertad, mayor crecimiento económico. En el informe de 2011, Guatemala se ubica en el puesto 79, de 176 países investigados. Clasificamos en la categoría de “mayormente libre”, y mejoramos 0.9 puntos con relación al año pasado.
Nuestro punteo es de 61.9; Hong Kong obtuvo el primer puesto con 89.7 y Corea del Norte, el peor, con 1.0. Se registran mejoras en términos de la libertad comercial, fiscal y monetaria. No hubo cambio en la libertad para invertir ni en la libertad financiera. Reprobamos abismalmente en cuatro aspectos que son cruciales para el combate a la pobreza: entorno regulatorio (52.1), derechos de propiedad (35), transparencia (34) y libertad laboral (53.4).
En Guatemala existen burocracias inoperantes y procesos largos y engorrosos para registrar y cerrar negocios. La regulación laboral es rígida y eleva los costos del empleo formal, sobre todo en materia de despido. De ahí que nuestra economía informal sea de una magnitud significativa. Además, los guatemaltecos percibimos que vivimos en condiciones de corrupción, y la corrupción dificulta enormemente la creación de riqueza. Ocupamos el lugar 84 de 179 en el índice de Transparencia Internacional. Pero quizás lo que más nos debería consternar es que en nuestro entorno los derechos de propiedad son precarios. Esto afecta no sólo a las personas que poseen grandes extensiones de tierra, sino a los micro, pequeños y medianos empresarios.
Cuando los derechos de propiedad se garantizan efectivamente, las personas invierten más. Pueden sacar un préstamo bancario. Son más innovadoras y, por ende, más productivas. Los trabajadores informales son los más desprotegidos y los que más ventajas pudieran cosechar de un marco institucional fuerte. La receta para erradicar la pobreza está a la vista. Nunca es tarde para centrar nuestra atención en estos aspectos y procurar el despegue económico.
Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo XXI", el día miércoles 02 de febrero 2011.
miércoles, 2 de febrero de 2011
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