jueves, 19 de enero de 2012

¿Frenar el crecimiento económico?


Ramón Parellada

El nuevo gobierno está a punto de salir con una reforma tributaria. Si la misma implica reducción de tasas, eliminación de impuestos y simplificación tributaria lo aplaudiré y la apoyaré. Criticaré cualquier reforma que vaya en el sentido contrario porque nos empobrecerá aún más.

Si la Reforma implica que las tasas impositivas suben, significará que los mismos que tributamos pagaremos más. Pienso en la “Propuesta de Modernización fiscal” presentada por el Grupo Promotor del Diálogo Fiscal (GPDF) al Consejo Nacional de los Acuerdos de Paz (CNAP) en marzo de 2008 y que está sirviendo de guía para el actual gobierno. En esta propuesta hay varias tasas que se incrementan como la del Impuesto Sobre La Renta (ISR) del régimen general que pasaría del 5 al 7%, un incremento del 40%; un incremento del pago que hacen los individuos al no poder deducir más el IVA por sus compras al presentar sus facturas; o el que las empresas tengan que tributar forzosamente como si tuvieran siempre el 5% de ganancias (se convierte esto en un impuesto sobre ventas del 1.55%) y así otros impuestos menores.

Esa creencia de que las empresas ganan sólo porque sí es errónea. Las mejores 100 empresas de la revista Forbes ganan aproximadamente en promedio un 6%. Estas empresas no pueden sostenerse siempre entre las 100 mejores porque hay competencia y porque hay momentos de pérdidas también. Hay que tomar en cuenta que por cada empresa que ha logrado llegar a pertenecer en este grupo hay un número aún mayor, bastante mayor, que dejaron de existir porque no lograron sobrevivir al primer año la mayoría de ellas. Las ganancias no son jamás seguras, ni fijas, ni dadas. Las ganancias van de la mano con las pérdidas y un empresario está siempre amenazado por pérdidas.

Si la Reforma implica que se añade algún nuevo impuesto lo más probable es que le caiga a los mismos que ya tributamos y esto implicará un freno a la economía. Pienso en la idea de gravar los dividendos (que provienen de las ganancias de las empresas luego de haber pagado ya el ISR respectivo) o la primer matrícula para todos los vehículos, impuesto inexistente hasta ahora pero que se piensa implementar.

Si no se simplifican los trámites engorrosos para que los guatemaltecos seamos formales, paguemos impuestos y podamos crear riqueza sin acoso ni terrorismo fiscal entonces simplifiquemos el sistema tributario. Pero no, al contrario, se está proponiendo una Ley Antievasión, la segunda, que en este momento no tengo idea de cuántos cambios ha sufrido pero que le permitirá al Gobierno conocer la vida y milagros de cada persona y empresa en particular, incluyendo sus cuentas bancarias. Imagínense el peligro de que alguien sin escrúpulos, un criminal, que tenga un puesto de poder quiera usar esta información para su propio beneficio secuestrando, extorsionando o qué sé yo. Incluso si la persona está cumpliendo con su deber podría hacer terrorismo fiscal a las empresas que ya tributan, pero que a su juicio deberían tributar más y meterle hasta juicios falsos usando la otra nefasta ley, la LED (Ley de Extinción de Dominio).

Vale la pena preguntarse con toda sinceridad. ¿Qué queremos? Más ingresos para que el Gobierno sea más grande y derroche más y se frene el crecimiento económico? O, ¿queremos crecimiento económico con lo cual mejorará el nivel de vida de todos los guatemaltecos al disminuir la pobreza en general? Si queremos lo segundo, entonces, necesariamente necesitamos un gobierno menor, que reduzca su gasto, que no tenga déficit y que no ahuyente las empresas que producen riqueza actualmente en Guatemala y que atraigamos nuevas, ni el talento humano que emigra adonde hay más oportunidades.

Artículo publicado en el diario guatemalteco "Siglo 21" el día jueves 19 de enero 2012.

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