miércoles, 19 de mayo de 2010

Acuerdo comercial con Europa

Es importante solicitar, eso sí, el respeto a nuestra cultura y valores, pues ello no debería ser motivo de distanciamiento.

Verónica Spross de Rivera

La firma de un acuerdo de asociación entre Europa y seis países de América Central resulta una noticia importante para nuestro futuro. Por un lado, es positivo que se amplíen las posibilidades para los centroamericanos de comerciar con los países europeos. El principal motor del desarrollo real es el comercio. Todas las naciones que más han progresado en los últimos cien años han permitido que el comercio florezca.

Aunque se considere que la firma de un acuerdo comercial es un avance, debido a que se establecen parámetros o reglas que dan certeza al proceso de planificación y trabajo del sector productivo, tanto europeo como centroamericano, resulta un tanto preocupante que se hayan hecho excepciones al libre comercio. Mientras menos tiempo nos tomemos en incorporar la totalidad de productos al acuerdo, mejor será el resultado. De especial interés resulta que se incorpore al acuerdo la totalidad de la oferta de productos centroamericanos sin barreras arancelarias o no arancelarias. Por ejemplo, la apertura a productos de origen agroindustrial o industrial de Centroamérica, como los bananos, los textiles, la carne y el azúcar contribuirán a que se desarrollen las regiones de mayor necesidad, al generar empleos que resultan urgentes en el combate a la pobreza.

Es de reconocer la buena voluntad para llegar a un acuerdo comercial que pueda ser firmado en la 6a. Cumbre Unión Europea-América Latina, especialmente que se haya logrado la participación final de todos los países de la región centroamericana, ya que tras haber sufrido diversos retrasos por distintos acontecimientos que se dieron. Por parte de Europa se ha conocido que hubo cierta flexibilidad al final de la negociación, elemento que debió darse desde el inicio y no solamente al final, cuando ya era inminente la firma del acuerdo final.

Es inconcebible que ciertos países europeos aún piensen que deben proteger a sus productores, de lácteos por ejemplo, o que deben mantener los subsidios a sus productores, cuando podrían obtener productos más baratos y de buena calidad, producidos en Centroamérica, que a su vez, al tener la posibilidad de ser introducidos al mercado europeo generarían trabajos, oportunidades y desarrollo en el istmo centroamericano.

La Cumbre que incorpora a 60 países, 33 de América Latina y 27 de la Unión Europea, resulta histórica, pues permite hablar de los temas importantes en un foro con amplia representación. Atrás deberán quedar los señalamientos mutuos y apoyar las iniciativas que generen riqueza y desarrollo para todos. Es importante solicitar, eso sí, el respeto a nuestra cultura y valores, pues ello no debería ser motivo de distanciamiento.

En 10 años tendremos libre comercio y aunque quisiéramos que fuera más rápido, no podemos sino alegrarnos de la intención de aumentar los intercambios voluntarios que enriquecen a las partes que se involucran. Si el acuerdo ayudará a que intercambiemos más bienes y servicios, bienvenido sea. Ahora bien, hay mucho trabajo por hacer para implementarlo y continuar dialogando en la incorporación de los productos pendientes.

Artículo publicado en el diario guatemalteco “Siglo XXI”, el miércoles 19 de mayo de 2010.

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